miércoles, 16 de mayo de 2012

Teufelsberg, la montaña del diablo

Del buen rollo del Mauerpark, nos ponemos un poco más serios para visitar Teufelsberg. 
Antes de empezar, decir a los miedosos que se abstengan, ya que "la montaña del diablo" (traducción literal) dice mucha gente que es un lugar encantado...


Cualquier persona que haya visitado Berlín sabrá que no destaca principalmente por sus cuestas. Pues aquí estamos ante la montaña más alta de toda la ciudad y es, por supuesto, artificial. Originalmente en este emplazamiento solía haber un edificio construido por el mismísimo Albert Speer, el arquitecto de Hitler, destinado a ser una escuela militar Nazi. Con la Segunda Guerra Mundial, se intentó destruir todo rastro del dictador austriaco, pero, debido a la solidez de la estructura fue completamente imposible su demolición. Es así, que se decidió sepultar con los escombros recogidos de la ciudad en ruinas. Cada día 800 camiones vertían 6800 metros cúbicos de escombros, un total de 10 millones de restos provenientes de casi 400.000 edificios, amontonados hasta hacer una altura de 155 metros en el sector británico de Berlín occidental. 



Una vez terminada, se construyó encima una de las estaciones de escucha, asociada a la red de espionaje mundial ECHELON, más relevantes de la guerra fría. Sería el ejército norteamericano quien decodificara las emisiones de la antigua RDA e incluso vigilara los movimientos militares del Pacto de Varsovia entre Alemania del Este y el viejo contiente. 

Fue utilizada también como estación de seguimiento de aviación civil durante dos años después de la caída del muro, para ser abandonada en 1991. Actualmente los terrenos fueron adquiridos por el cineasta David Lynch pero no se ha llevado acabo ninguna acción de remodelación. 




Desde 1957 esta central fue camuflada como una estación meteorológica sin saber que se trataba de una de las claves para derrocar a los alemanes. Actualmente está cercada, pero cualquiera puede colarse y contemplar los atardeceres más bonitos de Berlín. El acceso no es fácil puesto que hay que atravesar un bosque que, cuando se va la luz, está completamente a oscuras y es difícil sortear a los jabalíes. Aún así, merece la pena. Mucho. 


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